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El camino difícil de Lali Espósito - Rolling Stone (03-07-14)


El camino difícil de Lali Espósito

Con un disco hecho a su medida y una base de fans de esos que hacen ruido, la cantante y actriz juega el juego que más le gusta: el suyo





Lali Espósito está avisada. Sabe que una nota sobre ella en Rolling Stone puede convertirse en una estampida de comentarios buenos y malos, y más aún cuando la charla es con lo que la conciencia colectiva imagina como una revista de rock, pero que en realidad (vale aclarar) es sobre cultura joven. "Yo no le tengo miedo al prejuicio, de hecho, vi cómo muchos prejuiciosos se desdecían", dispara, en su primera respuesta-desafío de la tarde. Sucede que con sus 22 años, Lali no sólo es joven: también en linda, talentosa, tiene éxito en lo que hace y goza de esa extraña cualidad llamada carisma, que no se estudia en ningún lado, pero que cuando se tiene, se nota. Y sirve, porque Lali -la de Rincón de luz, la de Floricienta yChiquititas, la de Casi Ángeles- no sólo llenó dos funciones en el Teatro Opera en mayo, sino que va por tres más, el 8, 9 y 21 de julio. Desde que tenía 10 años, cuando empezó, Lali sabe que tiene con qué.

Parada frente al espejo, imitando los movimientos, las poses y las voces, Lali jugaba a ser Freddie Mercury. Con el bigote pintado y un desodorante como micrófono, la nena a la que ya nadie le decía Mariana copiaba a su ídolo, el cantante de Queen, la banda con la que creció, la que sonaba todo el día en su casa de Banfield. Estaba maravillada con el showman, el tipo inalcanzable que disfrutaba de su popularidad. Pero el mandato familiar decía que había que terminar el colegio, y negoció: "Si a mí me iba mal en la escuela, dejaba la actuación, así de clarito, y por eso me iba bien", dice con los labios rojos y los ojos grandes. Y mientras se curtía en los viajes desde el sur hasta Martínez, donde trabajaba, papá Carlos logró que lo entienda: "Hija, la mayoría de la gente labura de lo que puede, no de lo que quiere, y vos sos una afortunada, nunca te olvides de eso". Hoy, Lali intenta que el lugar que ocupa le resulte liviano. "No soy fanática de que me copien, porque no me siento un modelo, ni tampoco quiero probar qué tan pesado puede ser", se sincera. "El humor me hace zafar de esas cosas y no perder el eje".


¿Y cómo sería perder ese eje?

Ser un boludo. Uno con la almohada sabe que se volvió un pelotudo, ¿o no?

A veces el personaje te devora...

Yo creo que en algún momento de esas 24 horas del día, lo sabés. Si vos no naciste siendo un pelotudo, en cuanto lo sos, lo sabés.

¿Y ni siquiera cuando eras chica te la creíste o se te subieron los humos?

Creo que alguien me lo hubiera dicho. Es muy difícil hablar de uno, porque... ¿cómo sé si nunca tuve una contestación de mierda o si estuve hecha una boluda? No lo sé, pero sí sé que me lo hubiesen dicho. Pero sí, esto te cambia... Yo te miento si te digo que soy la misma nena de barrio que antes. Hay un hambre lógico, uno busca otras cosas, quiere crecer.

***

Lali putea mucho. Es capaz de intercalar mierdas, boludos, pelotudos, porongas y huevos con naturalidad, en medio de ese arrebato de palabras con el que comunica lo que piensa, mientras cruza y descruza sus piernas encalzadas y combinadas con una remera de Marley y unas All Star negras. "El mundo Cris Morena es muy bastardeado y la gente no sabe que ahí se trabaja mucho, nada de estar rascándonos los huevos, es un gran entrenamiento", aclara, aunque ya haya dicho lo mismo mil veces, pero bien vale una más, porque tiene que ver con eso de ser agradecida y de no temerle a los prejuicios. Aún consciente de que tanto los comentarios buenos como los malos pueden ser perjudiciales, Lali abandonó su lugar de comodidad en la televisión para hacer la suya con la música, esta vez sin los Teen Angels que le dieron fama, guita y kilómetros de prueba. "Lo mío es un pop que quiere crecer y no quedarse en el pop puro, ese que se parece a otras canciones y que a mí me aburre", se define.

A Lali la entusiasma el hip-hop y hacia ahí va, pero priorizó el camino largo por sobre los contratos generosos, que la obligaban a volver a lo mismo. "No me calentaban esos ofrecimientos, ya los había vivido, ya había hecho ese tipo de pop y ya habían decidido por mí. Era una cuestión artística".

¿Y creés que esa decisión te dio un poco más de credibilidad?

No lo pensé así, honestamente, fue algo más genuino: con una propuesta no me pasaba nada, y con la otra, todo. Y esto no es joda, no puedo poner mi cara y mi nombre en algo que no me gusta. Aparte tengo mucho trabajo, no me falta guita ni sufro para llegar a fin de mes, esto es algo artístico y que hago porque tengo ganas.

¿A bailar quedó tal como querías?

Tal cual. No di un paso sin consultarles a los músicos ni ellos avanzaron sin consultarme a mí. Igualmente para un primer disco me pareció que hacer un estilo que acá no está instalado podía ser agresivo. A mí me gusta el hip-hop, pero hay que ir de a poco.

¿No pensaste que a tu público le iba a gustar cualquier cosa que hagas?

No, creo que los subestimo si pienso eso. Ya hay muchos productos pensados de esa manera, "hagámoslo, total les va a gustar", y yo no quería eso para mí. Te soy honesta: los shows podrían haber sido mucho más baratos, porque las entradas se vendieron todas; pero no fue así, porque hicimos una inversión que va a llevar tiempo recuperar, con la pantalla redonda de LED que yo quería, los diez bailarines, el vestuario... Me parece que el que pagó una entrada de tres gambas (que no es poco) merece ver lo mejor, y yo quiero ser parte de lo mejor. Esto tiene mi cara y tiene mi nombre, y yo no puedo descuidar mi imagen porque es de lo que pretendo vivir toda mi vida.


Por Leonardo Ferri

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